El trasplante es la única opción terapéutica para la insuficiencia terminal de un órgano y sus resultados llevan a una mejoría sustancial en la sobrevida y calidad de vida de los pacientes.
El primer trasplante exitoso en humanos, fue en el año 1905, y se trató de una córnea de un niño de once años a un trabajador ciego que se había quemado con cal viva y que recuperó la vista en cuestión de horas.
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