sábado, 25 de mayo de 2019

25 de Mayo ¡Feliz Día de la PATRIA!





Te explicamos qué fue la Revolución de Mayo y cuáles son sus características principales. Además, cuáles fueron los personajes más importantes.





¿Qué fue la Revolución de Mayo?

La Revolución de Mayo fue un conjunto de eventos históricos producidos durante el mes de mayo de 1810 en la ciudad de Buenos Aires, en ese entonces capital del Virreinato del Río de la Plata, uno de los cuatro que la Corona Española mantenía como forma de gobierno de sus colonias americanas.

Los eventos de la Revolución de Mayo se produjeron en el marco de la deposición del rey Fernando VII por las fuerzas napoleónicas que se hicieron con el control de España, cuyo lugar ocupó el hermano mismo del conquistador francés, José Bonaparte. Tuvieron como consecuencia la deposición del Virrey español Baltasar Hidalgo de Cisneros, así como de la Junta Suprema Central en tanto entidad política a la que respondía el virreinato.

La Revolución de Mayo, por esta razón, es considerada como el inicio del proceso independentista argentino y del surgimiento formal del primer Estado Argentino. La declaración plena de independencia se produciría años más tarde, durante el Congreso de Tucumán de 1816.

A continuación, y a modo de resumen de la revolución, exponemos las principales características.

El cambio de trono como excusa

Tal y como la de otras colonias españolas en América, la población criolla de Buenos Aires resentía la organización política y económica del sistema colonial, que favorecía amplia y descaradamente a la España peninsular.

Inspirados por la declaración de independencia de los Estados Unidos en 1776 y por el descontento revolucionario que ya tomaba cuerpo en el Alto Perú y en la Capitanía General de Venezuela, y fortalecidos además por su éxito repeliendo las invasiones inglesas, no tardaron en considerar la deposición de Fernando VII como la coyuntura idónea para anunciar su desobediencia al nuevo mandato.

Un gesto que daría paso un rato después a la emancipación.

La “Semana de mayo”

Estos eventos se dieron a lo largo de una semana, la Semana de Mayo, cuyo inicio lo establece la caída de la Junta Suprema Central el día 18, y cuyo fin lo marca el ascenso de la Primera Junta el 25 de mayo.

El día 19 se le solicitó al Virrey un Cabildo abierto para discutir el nombramiento de una nueva autoridad política, ya que el gobierno español se consideraba acéfalo y por lo tanto su cargo ilegítimo.

Dicho cabildo fue convocado para el día 22, tras constatar el Virrey que las milicias también le habían desobedecido. Los miembros del Cabildo, así, asumieron la autoridad durante la designación de una junta de gobierno, que fue anunciada el día 24 y estuvo integrada por Cornelio Saavedra, Juan José Castelli y, paradójicamente, el mismo Virrey.

De cara al creciente descontento popular, no obstante, este último presentó su renuncia al día siguiente y así fue electa la Junta Provisional Gubernativa de la capital del Río de la Plata.

Oposición a la Primera Junta

Si bien la independencia expresaba el descontento de amplios sectores de los criollos, la aparición de la Primera Junta no fue celebrada unánimemente por el Virreinato.

En Córdoba, el antiguo virrey Santiago de Liniers, héroe de la resistencia a los ingleses, inició un movimiento contrarrevolucionario que resistió militarmente a las tropas de la Primera Junta, cuando intentaban hacer reconocer su soberanía en el territorio del antiguo virreinato. La contrarevolución duró poco, no obstante, y culminó con el fusilamiento de Liniers.

Similarmente, los criollos de Mendoza se mostraron reacios al nuevo orden, y los salteños discutieron largamente sobre la conveniencia del proyecto. Montevideo, Paraguay y el Alto Perú fueron también particular y activamente resistentes.

Otras influencias extranjeras

Los preceptos de la Revolución Francesa de 1789, que condujo al derrocamiento de la monarquía y la declaración de los derechos universales del hombre, bajo el precepto de Libertad, Igualdad y Fraternidad, jugaron un rol destacado en el imaginario político de las colonias americanas, inspirándoles la posibilidad de un cambio radical de paradigmas sociales y políticos.

Por otro lado, el apoyo de Gran Bretaña, a quien convenía la emancipación hispanoamericana para satisfacer sus demandas industriales de materia prima, a menudo inclinó la balanza independentista a favor de los criollos, a pesar de que años atrás hubiese intentado infructuosamente invadir el Río de la Plata en dos ocasiones.

La reacción española

La monarquía española, en cambio, intentó resistir los aires de cambio a través de la promulgación de la Junta Suprema de España e Indias, y tras su fracaso y desobediencia por parte de los revolucionarios, propuso el Consejo de Regencia de España e Indias, como una forma de garantizar la dependencia burocrática y política de las colonias respecto a la metrópoli.

Estas iniciativas fracasaron estrepitosamente y fueron remplazadas, después, por el aplacamiento militar que condujo a las numerosas Guerras de Independencia americanas.

El papel de la Iglesia Católica

El rol del clero en este conflicto fue ambiguo, ya que la postura oficial de la iglesia americana fue de condena a los revolucionarios y lealtad al orden monárquico, llegando al extremo de calificar a los insurgentes de herejes. Sobre todo en los territorios del Alto Perú, en donde los dirigentes eclesiásticos jugaron un rol importante en la adhesión de los pueblos al sistema realista.

De hecho, durante la Semana de Mayo el obispo Benito Lué había insistido en la permanencia del virrey Cisneros en las Juntas de Gobierno venideras.

Sin embargo, los curas y frailes en su mayoría se mostraban favorables al nuevo orden, y los revolucionarios continuamente insistieron en políticas conciliatorias en materia religiosa, tal vez reconociendo el influjo de la Iglesia en la cultura de la América colonial como un factor humano decisivo.

Un cambio de paradigma social

Si bien los ideales republicanos y democráticos no fueron implementados de manera inmediata por el nuevo orden de gobierno, debe tenerse en cuenta el profundo cambio de patrón que significó la abolición del Virreinato, cuyas autoridades eran designadas por España.

La implementación de un gobierno que respondiera al bien común, es decir, a una idea temprana de la soberanía popular y la autodeterminación de los pueblos, significó que la colonia por primera vez elegiría sus gobernantes teniendo en cuenta sus intereses y no los de la metrópoli europea.

Un primer paso hacia el escenario independentista, que luego se convertiría a su vez en el conflicto interno por determinar la forma de gobierno autónomo a implementar.

La fractura territorial del Virreinato

Otra consecuencia importante de la Revolución de Mayo fue la atomización del territorio del breve Virreinato del Río de la Plata, en un conjunto más o menos dispar de provincias, que una vez liberadas del yugo político español, iniciaron un proceso de distanciamiento, particularmente notorio en las poblaciones del Alto Perú, Paraguay y Montevideo.

Esto a su vez sentaría las bases para conflictos militares y territoriales venideros, una vez lograda la independencia.

Un florecimiento editorial

Una vez levantado el control político de España sobre el Río de la Plata, los revolucionarios abrazaron la libertad de prensa y florecieron las publicaciones periódicas, a menudo satíricas y folletinescas, pero también en materia de periódicos. La Gazeta de Buenos Aires, El Grito del Sud, El Correo de Comercio, El Independiente, La Lira Argentina y otros más vieron la luz en dicho período.

Parte de un sentimiento continental

La Revolución de Mayo coincide en fechas con movimientos de similar envergadura a lo largo de la América colonial, como las Juntas de México y Montevideo (1808); Quito y La Paz (1809); Caracas, Cartagena, Cali, Santa Fe (Nueva Granada) y Chile (1810); Paraguay, Tacna, San Salvador (1811) y la de Cuzco (1814).








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